-- Sefardies y su Historia: Los sefardíes de los Balcanes

Los sefardíes de los Balcanes


Los que se marcharon, que en un primer momento arribaron a Portugal, Francia y el actual territorio de Marruecos, acabaron fundando poderosas y ricas comunidades sefardíes en las ciudades de Larache, Tetuán, Tánger, Argel y Orán, en un primer momento; para más tarde extenderse por los confines del Imperio Otomano y los Balcanes, donde llegarían a ser míticas las comunidades de Constantinopla, Sofía, Sarajevo, Belgrado, Jerusalén, Alejandría y el mismísimo El Cairo.
Científicos, escritores, comerciantes, artistas, creadores, artesanos, junto con todo un sinfín de profesiones y gremios, tuvieron que emigrar de España para ir a fundar a otras latitudes nuevas comunidades y, sobre todo, una nueva vida que emergía de las cenizas, aunque siempre sobre el recuerdo de lo perdido para siempre, su querida Sefarard. Sin embargo, y lamentablemente, el nazismo fue el principal responsable, con su política oficial de persecución de los judíos, del final de esta vida sefardí. El Holocausto, o la Shoa para los judíos, acabó con la rica presencia de este pueblo milenario en las tierras y ciudades de los Balcanes que cayeron en sus manos. Tan solo las comunidades de Turquía y Marruecos y el resto del mundo árabe sobrevivirían a una catástrofe de tales dimensiones.
Las principales comunidades sefardíes de Europa se encontraban, antes de la Segunda Guerra Mundial, en los Balcanes, fundamentalmente en las capitales de Bulgaria, Grecia, Rumanía y la antigua Yugoslavia. El segundo foco importante de los sefardíes se situaba en Turquía, con sus importantes comunidades de Izmir y Estambul. También había otras comunidades, aunque más pequeñas, en América Latina, los Estados Unidos y Palestina, incipiente núcleo de lo que luego serían las primigenias poblaciones judías de Israel. Por suerte para todas las comunidades sefardíes situadas en Turquía y fuera de Europa, Hitler nunca llegó tan lejos y consiguieron pasar la guerra alejados del drama y el horror que se abatió sobre todos los judíos del continente.
La historiadora Paloma Díaz-Mas se refería a la división de la comunidad sefardí en tres áreas geográficas claramente diferenciadas, a los que me refiero a continuación: «Cuando hablamos de cultura sefardí solemos distinguir tres grandes bloques geográficos: los sefardíes del Norte de África, los orientales, asentados en tierras del Mediterráneo oriental que pertenecieron al Imperio Otomano; y los sefardíes occidentales, es decir, los que se asentaron en países de Europa occidental. La evolución cultural de cada uno de los tres grupos fue muy distinta. Mientras que hasta el mismo siglo xx los sefardíes del Norte de África (singularmente los de Marruecos) y de Oriente conservaron el uso de la lengua y algunos rasgos culturales hispánicos, los de los países europeos (Francia, los Países Bajos, Italia, Inglaterra) se integraron en sus sociedades de acogida y ya en el siglo xviii no hablaban español».
Entre 1870 y 1930, según destacaba el experto en temas sefardíes Salvador Santa Puche, los sefardíes eran una población que rondaba entre los doscientos sesenta mil a los cuatrocientos mil; establecidos principalmente en el Este de Europa. En este período, y tal como revela la misma fuente, había unas trescientas publicaciones en lengua sefardí y esta cultura se hallaba en plena expansión cultural, habiendo pasado de la transmisión oral a la escrita en un breve periodo de tiempo. Tanto el teatro como la poesía en esta lengua estaban en pleno auge y se habían abierto decenas de instituciones culturales para la difusión de una cultura que tenía como vehículo de transmisión la vieja lengua que hablaban los judeo-españoles expulsados por los Reyes Católicos hacía ya unos siglos.
Las comunidades más importantes de los Balcanes
Las principales comunidades sefardíes de los Balcanes se establecieron en Grecia, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria y Serbia. En lo que respecta al resto de los Estados de los Balcanes, en Albania apenas hubo judíos y en Rumanía, con una de las comunidades judías más grandes de la región, predominaba el elemento askenazí, es decir judíos de origen centroeuropeo y los sefardíes constituían una minoría. En Transilvania, por ejemplo, nos encontramos con que en las principales fuentes sobre las comunidades judías no hay referencias sobre la vida sefardí en las crónicas de la región y sí las hay sobre notable influencia que ejercía la cultura magiar sobre esta numerosa población, más tarde aniquilada durante el Holocausto. Recientemente, y como muestra de la escasa presencia de los sefardíes en este país, una muestra sobre el Holocausto celebrada en Bucarest apenas reseñaba en las listas de víctimas publicada apellidos de origen sefardí. La mayoría de las víctimas eran askenazíes.
Los sefardíes de Grecia
Grecia pertenecía al Imperio Otomano en el siglo xv y, por lo general, los judíos fueron tolerados por las autoridades turcas, que incluso tenían numerosos sirvientes y profesionales hebreos trabajando a su servicio, en casi todas las regiones bajo su control. Si bien en el siglo xv predominaba el elemento askenazí en las comunidades judías de los núcleos urbanos griegos, a partir del siglo xvi una importante migración de los marranos de Portugal determinaría un cambio en estas poblaciones y a partir de este siglo el dominio sefardí y la influencia de esta cultura sobre el resto de los hebreos sería casi total hasta el año 1831, en que se produce la independencia de Grecia. Liturgia religiosa, música y poesía se escribe en judeoespañol.
Salónica fue el principal centro de la cultura sefardí no ya de Grecia, sino de todos los Balcanes y casi se podría decir del Imperio Otomano, según nos muestran los censos de la época y relatan las crónicas históricas. La presencia judía está demostrada desde épocas muy antiguas, y su importancia ya está tratada en el lugar oportuno.
El gran escritor Josep Pla, autor del excelente libro Israel, 1957, donde refiere sus vivencias de un viaje que realizó al Estado judío en el año que da título el libro, da cuenta del drama padecido por la ciudad de Salónica. «Está claro que Salónica era una especie de capital de lo sefardí: el grupo era rico; el Gobierno turco, tolerante; los rabinistas, inteligentes y tradicionalistas. En los presentes días, sin embargo, Salónica, como núcleo importante de la diáspora, ya no existe; cincuenta y cinco mil judíos de Salónica, que hablaban ladino, fueron ignominiosamente asesinados por la Gestapo durante la ocupación de Grecia por los ejércitos alemanes. El hecho ha sido un golpe mortal a la vieja lengua que los judíos se llevaron de nuestro país a consecuencia del decreto de expulsión del siglo xv», señalaba Pla en este libro que es un alegato en favor del Estado de Israel y de la tradicional amistad hispano-judía.
Concluyo estas notas sobre los sefardíes de Grecia con unos datos sobre la magnitud del Holocausto. Si al comienzo de la Segunda Guerra Mundial la población judía de Grecia ascendía a ochenta mil personas; al final de la contienda, aproximadamente quedaban 10 000 con vida y, como consecuencia de la emigración subsiguiente hacia Estados Unidos, Israel o Francia, parece que a finales de los años cincuenta solo quedaron unos 5000 sefardíes. En los años siguientes continúa la disminución de sefardíes y, según estimaciones del profesor Jacob Barnaï, en 1992 había en Salónica mil trecientos sefardíes y unos centenares más en el resto del país.
Fuente:http://cvc.cervantes.es


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